Una colección de muñecas de cartón

Mariano González S. es restaurador de obras de arte. Hace 25 años, cuando era estudiante, visitó el estudio del pintor Enrique Luft Pávlata en Pátzcuaro, Michoacán. Y ahí vió por primera vez una muñeca de cartón mexicana. La figura "gorda" (como él la recuerda) y su color rosa mexicano -el favorito de Mariano- llamaron su atención, además del concepto de dualidad que le transmitió el que un hombre de carácter fuerte tuviese una muñeca para decorar un espacio personal.

Entonces comenzó su colección. Cada Semana Santa compraba una muñeca en Xochimilco. Las más recientes las adquirió este año en la feria de Tepalcingo, Morelos.



"María", "Celia", "Teresa", "Amalia", "Esther", "Carolina", "Cleotilde", "Lourdes" y "Bero" son los nombres que algunas de las más antiguas lucen en el torso.


A Mariano le divierte observar este grupo de treinta y dos muñecas de diferentes tamaños, modelos, facturas y procedencias. Reconoce perfectamente los "detalles" que cada una puede tener, pero los disfruta y admira el trabajo de las manos que las crearon. 

Las muñecas más "viejitas" lucen deslavadas, tenues; esto se debe a que los pigmentos (anilinas) con los que fueron decoradas son sintéticos y sensibles a la luz, explica el restaurador.

Mariano también colecciona otras muñecas mexicanas de distintos materiales, pero las de cartón son sus favoritas, es el grupo de "muchachas" (como él les dice) que lo han acompañado por muchos años y situaciones de su vida.