Había una mujer mexicana que muchas cosas hacía. Su edad, la de cualquiera que tenga hijos. Trabaja en muchos trabajos, pagados y no pagados. Quería ser perfecta y cuanto más se esforzaba se le imponía sobre su propio cuerpo cualidades y aspecto de animal o planta de su propia imaginación; alas en tanto quería volar y hacer todo. Y tenía alas y no despegaba porque estaba unida a su realidad. Batía alas, brincaba, meneaba sus brazos y manos. Usaba su memoria y movía su trompa de elefante para hacer cosas de largo alcance.
Segundo día de actividades en Casa Talavera
Por
Cartolina
on jueves, 18 de febrero de 2010
Palabras clave
bocetos,
cartonería,
historias de Lupitas,
lupitas,
m,
muñecas,
muñecas de cartón,
taller Casa Talavera
Es
el segundo día de taller y estamos muy contentas con el entusiamo y compromiso
de los integrantes. Son trabajadores y, a pesar de que algunos viven a más de
hora y media de camino, son muy puntuales.
Entre
las Lupitas que se esbozan encontramos rumberas, bailarinas de can-can,
sirenas, niñas y hasta rockeras.
Consuelo, una mujer emprendedora de 54 años de edad nos comparte la historia de Milagros, su muñeca:
Había una mujer mexicana que muchas cosas hacía. Su edad, la de cualquiera que tenga hijos. Trabaja en muchos trabajos, pagados y no pagados. Quería ser perfecta y cuanto más se esforzaba se le imponía sobre su propio cuerpo cualidades y aspecto de animal o planta de su propia imaginación; alas en tanto quería volar y hacer todo. Y tenía alas y no despegaba porque estaba unida a su realidad. Batía alas, brincaba, meneaba sus brazos y manos. Usaba su memoria y movía su trompa de elefante para hacer cosas de largo alcance.
Había una mujer mexicana que muchas cosas hacía. Su edad, la de cualquiera que tenga hijos. Trabaja en muchos trabajos, pagados y no pagados. Quería ser perfecta y cuanto más se esforzaba se le imponía sobre su propio cuerpo cualidades y aspecto de animal o planta de su propia imaginación; alas en tanto quería volar y hacer todo. Y tenía alas y no despegaba porque estaba unida a su realidad. Batía alas, brincaba, meneaba sus brazos y manos. Usaba su memoria y movía su trompa de elefante para hacer cosas de largo alcance.
Jugaba
a tener balance. Jugaba a amar y ser amada. Jugaba a reir y
jugaba con ella como muñeca de sí misma; y cambiaba y quitaba; y agregaba y
jugaba. Jugaba siempre. Y siempre ganaba otras cualidades y quitaba las
que no le gustaban.
Mañana
continuaremos trabajando y descubriendo las historias de las demás Lupitas.
1 lectores:
tristemente apenas nos enteramos de este taller, ¿volveran a tener otro en el futuro?
saludos
Antonio
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